Laos, uno de los países más pequeños y menos desarrollados del sudeste asiático, ofrece al viajero joyas como Luang Prabang en el norte o Champasak y las Cuatro Mil islas en el sur. Desde hace tan sólo 6 meses, Vang Vieng se incorpora al grupo de los imprescindibles de Laos, tras salir de un pasado turbulento de drogas, alcohol y muertes accidentales de turistas.
Kayaking in Vangvieng
El río Nam Song fluye tranquilo frente al impresionante paisaje cumbres calizas que forman el perfil de Vang Vieng. Se encuentra a tan sólo 160 kilómetros desde la capital de Laos, Vientián, pero se tarda tres horas en recorrerlos. Unos cuantos hostales se erigen junto al río, cruzado por dos puentes que añaden romanticismo a la imagen. Desde la piscina del Riverside Hotel, abierto tan solo hace poco más de medio año, todo es calma, tranquilidad y un paisaje que según su director, Emanuel Prasodjo, hace que “muchos viajeros lleguen aquí y se pasen todo el día contemplando el río y las montañas, como hechizados por la visión de la naturaleza en estado puro”.
Quien diría que hace tan sólo siete meses Vang Vieng era el secreto a voces entre los adolescentes ingleses, australianos y alemanes que se tomaban un año sabático, o “gap year”, entre el instituto y la universidad para recorrer el mundo, y de paso, correrse las últimas juergas salvajes antes de ponerse serios con los estudios. A poco más de un dólar la botella, el whisky local Lao-Lao era la bebida principal. El alojamiento no representaba un problema (aún pueden encontrase habitaciones por 12 euros,) y en la mayoría de los bares la pizza feliz y los batidos de hongos mágicos eran parte del menú, en una permisividad sin precedentes ni comparación respecto a otros países vecinos.
Vista del río Nam Song
La moda de desplazarse en neumáticos de tractor por el río o tubing, y las tirolinas que empezaron a colgarse desde las terrazas de bares y hostales hicieron el resto y pronto Vang Vieng se convirtió en el sitio más salvaje, alocado y peligroso de la ruta asiática de los mochileros. Sólo en 2011, 27 turistas perdieron la vida a causa de sus salvajes fiestas. Tal y como lo describían algunos, Vang Vieng era como las fiestas de la luna llena de Koh Phangan (Tailandia), pero en lugar de una vez al mes, todos los días de la semana.
Pero en verano de 2012, el gobierno decidió que era hora de poner orden y cerró bares, prohibió operar sin licencia y acabó con la venta de drogas a plena luz del día. La consecuencia inmediata fue el descenso del número de mochileros, para enfado de muchos locales turísticos que sacaban pingües beneficios de ellos. Pasada la resaca, Vang Vieng fue recuperando la calma y la lozanía naturales. Los turistas, esta vez con más dinero en el bolsillo, han empezado en los últimos meses a descubrir su maravilloso paisaje y algunas familias se bañaban en el río el día que lo visitamos. La apertura del Riverside Boutique Resort, el único hotel de lujo de la zona, es toda una apuesta por un turismo de calidad que enderece la reputación de Vang Vieng y mejore el ambiente para locales y turistas.
Arrozales en la zona de Vang Vieng
¿Qué puede esperar el viajero que se acerque al nuevo Vang Vieng ? Para empezar, un paisaje natural de extraordinaria belleza, característico por las altas cumbres de rocas que enmarcan el río Nam Song y dominan el paisaje de campos de arroz tan lejos como puede abarcarse con la mirada. Impresionantes a cualquier hora, es al atardecer cuando llegan a su momento cumbre, maquilladas por los tonos rosados del cielo asiático al caer la tarde.
Para los amantes de la acción, Vang Vieng ofrece varias rutas de senderismo. A pie o en bicicleta, se puede visitar la cueva de Tham Phu Kham, considerada sagrada por los laosianos y muy popular por el lago verde azulado a su entrada. La cámara principal de la cueva contiene una imagen del Buda reclinado en bronce y, desde ella, pasillos de roca se adentran en el interior de la montaña, muy oscura (se requiere linterna y calzado adecuado). El lago se presenta como el final perfecto a la empinadísima escalera de piedras y ramas de 200 metros a través de la frondosa vegetación, no apta para personas poco en forma. Más fácil y accesible es la cueva de Pha Poak, que contiene curiosas formaciones rocosas y desde su mirador se puede disfrutar de una impresionante vista del pueblo y el río.
Pueblo de Vangvieng
Y para todos, grandes y pequeños, la afición al tubing sigue viva en Vang Vieng, esta vez sin que el alcohol represente un riesgo para una de las actividades más divertidas en esta pequeña joya laosiana.
Source: traveler.es
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